Hoy los rápidos cambios del mundo y el pluralismo ideológico y cultural exige de nosotros franciscanos seglares una sería preparación teológica y doctrinal, espiritual y hasta científica para poder servir mejor a la Iglesia y al mundo.
Hemos de preguntarnos, hacia dónde mueve el Espíritu Santo a la Iglesia de Dios y a nuestra Orden Franciscana en el presente milenio. Nosotros como franciscanos seglares tenemos que dar respuesta libre, consciente, personal y como fraternidad a los desafíos que nos exige nuestra vocación.
Hoy consideramos una prioridad: "LA FORMACION"; una formación sólida, que asegure el crecimiento humano y espiritual. La fidelidad creativa a nuestro carisma vivido en fraternidad nos ayudará a mejorar la calidad y la credibilidad de nuestra vida y nuestra misión. Asimismo sentimos la necesidad de incentivar la "Formación de los FORMADORES" ayudar a mejorar la calidad de los responsables de la formación en las distintas fraternidades, no sólo en cuanto a una preparación conceptual sino que mediante una interiorización contemplativa estén en condiciones de estimular a los formandos a conocer, amar y seguir a Cristo según la Espiritualidad de San Francisco.
Hoy nuestra presencia se realiza con' "la encarnación del Evangelio en nuestra cultura", no nos detengamos, que el miedo no nos paralice: "No hay temor en el amor sino que el amor perfecto expulsa el temor"(1Jn 4,18).
Hemos de preguntarnos, hacia dónde mueve el Espíritu Santo a la Iglesia de Dios y a nuestra Orden Franciscana en el presente milenio. Nosotros como franciscanos seglares tenemos que dar respuesta libre, consciente, personal y como fraternidad a los desafíos que nos exige nuestra vocación.
Hoy consideramos una prioridad: "LA FORMACION"; una formación sólida, que asegure el crecimiento humano y espiritual. La fidelidad creativa a nuestro carisma vivido en fraternidad nos ayudará a mejorar la calidad y la credibilidad de nuestra vida y nuestra misión. Asimismo sentimos la necesidad de incentivar la "Formación de los FORMADORES" ayudar a mejorar la calidad de los responsables de la formación en las distintas fraternidades, no sólo en cuanto a una preparación conceptual sino que mediante una interiorización contemplativa estén en condiciones de estimular a los formandos a conocer, amar y seguir a Cristo según la Espiritualidad de San Francisco.
Hoy nuestra presencia se realiza con' "la encarnación del Evangelio en nuestra cultura", no nos detengamos, que el miedo no nos paralice: "No hay temor en el amor sino que el amor perfecto expulsa el temor"(1Jn 4,18).
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